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Los Camboyanos |
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Ya bien entrado el profesionalismo, el Ciclón tuvo
un equipo que sobrevivió en condiciones amateurs.
Con más actitud que fútbol, Los Camboyanos hicieron
historia en la Copa Libertadores de 1988... |
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Giunta,
Sánchez,
Gugnali,
Siviski,
Chilavert y
Marchi
Malvarez,
Bello,
Perazzo,
Ortega
Sanchez y
Madelon
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Los años
ochenta no
fueron
fáciles para
los equipos
grandes en
Argentina.
Boca
atravesó una
extensa
crisis que
más de una
vez lo
mantuvo al
borde de la
quiebra;
River empezó
mal rumbeado
la década
hasta que en
1986
conquistó
América y el
mundo;
Racing
sufrió el
descenso por
los
fatídicos
promedios
que eran
toda una
novedad en
el fútbol
criollo y
apenas
Independiente
pudo gozar
de los
últimos
éxitos de
las
generación
de Ricardo
Bochini.
Pero si hubo
un equipo
que por
aquellos
años sufrió
los peores
males
imaginables,
ese fue San
Lorenzo de
Almagro. |
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El primer revés llegó en
1979, cuando el Ciclón
perdió su histórico
estadio en el barrio de
Boedo. Los problemas
económicos y financieros
de la entidad, aunados
al oportunismo del
Gobierno de facto de la
Ciudad de Buenos Aires,
se llevaron por delante
el Gasómetro y, con él,
la tradición de un
recinto multideportivo
que albergaba más
disciplinas que
cualquier otro sitial. A
partir de entonces San
Lorenzo peregrinó por
distintas canchas del
fútbol argentino y en el
medio sufrió el descenso
en 1981. Durante el año
siguiente, jugó la
mayoría de sus partidos
como local en la Primera
B en el estadio de River,
y convocó más público
que cualquier otro
conjunto de Primera
División. El regreso a
la máxima categoría fue
rápido y la multitud
azulgrana demostró que
el club estaba quebrado
pero no partido.
Ya de nuevo en Primera,
San Lorenzo continuó su
caravana itinerante
(jugó en las canchas de
Ferro, Vélez, Boca,
River e incluso Huracán)
y empezó a moldear un
grupo de luchadores que
se sobrepuso a las
magras condiciones de
entrenamiento, el
incumplimiento de los
contratos y la falta de
pago. Nunca mejor
escogido un apodo, este
aguerrido equipo pasó a
denominarse Los
Camboyanos. El apodo
surgió luego de un
increíble triunfo ante
Independiente de
Avellaneda en el que los
jugadores, a minutos del
pitazo inicial, no
tenían ropa de utilería.
“Esto
es un desastre. Somos
los Camboyanos, estamos
solos y no damos nada
por perdido”,
dijo el uruguayo Luis
Malvárez, en su
condición de capitán, en
la arenga inicial
durante el campeonato de
1986. |
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EL REPOSO DEL GUERRERO.
El corazón embarrado, la
camiseta despintada y la
admiración
de los niños. Así terminaban
cada partido Los Camboyanos. Una
postal de la época
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“Lo de ese equipo era increíble. Entrenábamos en los bosques de Palermo, a las ocho de la mañana en invierno con un frío terrible y a las tres de la tarde en verano con un calor que rajaba la tierra”, recordó Blas Giunta, otro de los integrantes de Los Camboyanos. El periodo de vigencia de ese grupo incluyó la primera experiencia de José Luis Chilavert en Argentina, la explosión de Walter Perazzo y los comienzos de Flavio Zandoná, el temperamental volante que luego se convertiría en una gloria de Vélez. Lo curioso del caso es que todos ellos eran dirigidos técnicamente por Rubén Cousillas, que era nada más ni nada menos que el arquero suplente y que fue designado como entrenador cuando Juan Carlos Carotti decidió dar un paso al costado y en el club no había dinero para costear el contrato de un director técnico.
Las condiciones de supervivencia de ese equipo, que se inició a finales de 1986 y se mantuvo vigente hasta bien entrado 1989, se popularizaron y el público neutral empezó a apoyarlo. Con el tiempo, al grupo inicial se sumaron Víctor Hugo Ferreyra, Alfredo Rifourcat, Fernando Moner y Norberto Ortega Sánchez. Todos ellos fueron seducidos por la verborragia del Bambino Veira, que luego de abandonar River se sumó al proyecto alentado por Malvárez, Darío Siviski y Osvaldo Coloccini, el padre de Fabricio.
Tras la venta de Chilavert al Zaragoza español, Esteban Pogany se adueñó del arco durante la Liguilla Pre Libertadores de 1988 en la que superaron en la final a Racing y se alzaron con la posibilidad de disputar la Copa de ese mismo año. Seguido de una muy buena temporada en la que se quedaron a las puertas de la consagración en el torneo doméstico, Los Camboyanos tuvieron la posibilidad de mostrarse en América. Allí libraron batallas de riesgo (derrotaron a Barcelona de Guayaquil, Guaraní de San Pablo y Peñarol de Montevideo) hasta que las lesiones mermaron el rendimiento del equipo y, sin sus principales figuras, fueron derrotados en semifinales por el Newell’s de José Yudica que sería subcampeón tras perder la final contra Nacional de Uruguay. Ese San Lorenzo haría la mejor campaña de la institución en la Copa Libertadores hasta el título continental de 2014.
Tal cual tituló la revista El Gráfico en ese momento, la situación de esos futbolistas fue reconocida como “El triunfo de la dignidad”. Demostraron ser un grupo de hombres dispuestos a todo por el amor al fútbol y principalmente a la institución y lograron lo que muy pocos pudieron, ya que a pesar de no salir campeones se ganaron el reconocimiento y el respeto de todos por el coraje y la valentía que manifestaron al seguir luchando a pesar de lo esquiva que les era la suerte por aquellos años. |
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José Luis Chilavert. |
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Norberto Ortega
Sánchez. |
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Sergio Marchi. |
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Luis Malvarez. |
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